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Músicos autistas
Te mirarán mal, como si no fueras tú quien los incubó, los trajo al mundo, los alimentó y les cambió los pañales sucios. Actuarán como si esta única cosa fuera suficiente para borrar todos esos actos de amor y servicio.
¿Qué hacemos cuando nuestro corazón maternal se desmorona (o se enfada) porque nuestros hijos actúan como si no les gustáramos? ¿Cuando tenemos la tentación de tomar nuestras decisiones de crianza basándonos en las emociones de nuestros hijos en el momento?
Para capear eficazmente la tormenta de “mi hijo me odia… ¿qué sentido tiene todo esto?”, hay que estar seguros de que sus hijos no actúan con ira porque se sienten excluidos, desatendidos o impotentes.
Dependiendo de su edad, es probable que no intenten manipular, sino que reaccionen apasionadamente. Si actúan contra ti porque no están contentos con tu dirección o tus instrucciones, asegúrate de mantener la coherencia.
Las familias fuertes y felices tienen culturas familiares cuidadosamente elaboradas. No se dejan llevar por la culpa, sino que dedican su tiempo y energía a profundizar en algunas áreas familiares clave que dan sus frutos.
Odio a mi familia
Siempre ha sido una persona preocupada, además su pensamiento se ha ido deteriorando y su visión está un poco deteriorada. Yo la cuido a ella y a mi papá los dos 94 años. Ella se molesta si le digo que creo que solo pensó que estaba viendo algo y dice que creo que está loca. Anoche me despertó temblando y prácticamente llorando porque creía haberlo visto de nuevo -le ofrecí que viniera a dormir conmigo pero no quiso. ¿Alguna sugerencia? – C.S.
Muchas gracias por enviar esta pregunta. En realidad, ésta es una queja muy común que escucho de los cuidadores familiares, así que me alegra compartir algunas ideas sobre lo que podría estar pasando y lo que puede hacer.
Lo que puedo decir, sin embargo, es que es muy común que los adultos mayores desarrollen miedos, preocupaciones y quejas persistentes que a menudo parecen irracionales, paranoicas, absurdas o ridículas para sus familiares.
Entre mis propios pacientes, he descubierto que esto suele estar relacionado con un deterioro cognitivo subyacente. Es decir, una demencia que todavía no ha sido diagnosticada por los médicos. (Por diversas razones, es bastante común que los adultos mayores con demencia experimenten un retraso en el diagnóstico). En otros casos, este tipo de queja acaba siendo uno de los primeros signos de demencia clínica.
Odio a mi madre
Ayer hablé con una madre primeriza que lo está pasando mal. Está en casa con su hijo de 7 meses, dándole el pecho, encargándose de todo el cuidado del niño y de la crianza nocturna, y sintiéndose culpable por no ser muy feliz. Naturalmente, ama a su hijo, está agradecida por la oportunidad de estar con él, pero se siente atrapada, sola y como si todas las demás madres se divirtieran más. A veces está tan mal que se mete en la ducha al final del día y simplemente llora. Está paralizada por la falta de sueño, su marido trabaja 12 horas al día y no entiende lo mal que se siente. A él le toca ir a trabajar, que es de lejos el trabajo más fácil.¿Te suena?
Hace unos años, cuando mis hijos tenían 2 y 4 años, me encontré con un viejo amigo al que no había visto en 10 años. Estaba divorciado y sin hijos, y se emocionó mucho al oír hablar de mi familia. “Vaya, eres madre”, dijo. “¡Es increíble! ¿Cómo es?”
Empecé a retroceder con el perro. “Por supuesto, amo a mis hijos, y no cambiaría nada, pero… ¿Pañales? ¿Limpiar vómitos? ¿Sangrar los pezones y los sacaleches? ¿Ser despertada repetidamente durante la noche y a las 5-6 de la mañana diariamente durante cuatro años consecutivos?”
Lo que toda niña autista desearía que sus padres supieran
Era tan católica que podía sentarme, levantarme y hacer la genuflexión cuando me lo ordenaban. Podía oler una primera lectura de San Pablo a los Corintios desde una milla de distancia. Y hasta me dieron una medalla por ser monaguillo.
Mi padre decía “maricón” y “maricón” (peyorativamente) con desenfreno, como cuando un árbitro hacía una mala llamada durante un partido de hockey. Mientras tanto, mi madre señalaba a las personas que sospechaba que eran homosexuales y me hacía un gesto de muñeca floja.
No sabía lo que significaba ser aliado, pero aun así, sabía que esas personas no eran aliadas, y decidí que eran las últimas personas con las que querría salir del armario. Sus actitudes también me hicieron sentir que el mundo sería igual de hostil. Y para muchos, lo es absolutamente.
Así que, al principio, cuando por fin estaba preparada -en mi 20º cumpleaños- empecé a salir del armario con todo el mundo menos con mi familia. Después de demasiado tiempo ocultando quién era, y de algunas situaciones peligrosas que suelen ocurrir cuando intentas actuar de acuerdo con lo que eres, pero no tienes la referencia o el apoyo para manejarlo.
Recién salido del armario, fui a mi primer bar gay con un amigo y poco a poco empecé a sentir que estaba conociendo mi verdadero yo. Me sentía bien porque mis padres no lo sabían y puede que no lo sepan nunca. Empezaba a sentirme tan cómodo que me metí una postal de una futura fiesta gay en el bolsillo del pantalón y me la llevé a casa.
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